4 oct 2016

Las Flores del Cerezo.


Bienvenidos a mi primera entrada sobre una película. Empezaré advirtiendo que, muy probablemente, esta vez de un comentario muy personal sobre la cinta. Sin embargo, creo que dicha opinión puede ayudar a las personas comunes y corrientes a darse una idea sobre la película y decidir si quieren verla.


Siempre he creído que el cine alemán es uno de los mejores del mundo, y por el momento, ninguna de las películas que he visto lo desmiente, tal es el caso de Las flores del cerezo (Kirschblüten-Hanami). Cinta del 2008 dirigida por la alemana Doris Dörrie, nominada al Oso de Oro en el Festival de Berlín y ganadora en las categorías de Mejor Actor y Mejor Película en los Bavarian Film Awards.

Sinopsis.

 

Cuando a Trudi (Hannelore Elsner) se le informa que su marido Rudi (Elmar Wepper) está desahuciado, ella decide guardar el secreto e intenta convencerlo de viajar a Japón, país al cual Trudi está ligada, si bien no logra convencer a Rudi de ese viaje si consigue que él esté de acuerdo en visitar a sus hijos en Berlín. Tras su estancia no tan placentera en la capital alemana, la pareja va hacia el mar Báltico, lugar donde la historia da un giro totalmente inesperado que hará a Rudi emprender el viaje de su vida.







Opinión.

 

La película, a mi parecer, es hermosa. No solo porque trata sobre la pérdida de un ser querido y el conflicto y la soledad que conlleva ello sin caer en dramatismos innecesarios, sino porque es posible ver la unión de dos culturas, la japonesa y la alemana. Además de que la historia es un recordatorio de nuestra propia mortalidad y de esa necesidad de encontrarnos a nosotros mismos y a otros, a través de aquella metáfora que es el viaje. Siendo sincera esta cinta me ha gustado muchísimo.


Una cosa que me preocupaba mucho cuando la empecé a ver, es la manera en la que representarían a Japón dentro de la cinta, pues los cineastas occidentales son muy dados a filmar en países orientales, a hablar un poco de la filosofía e incluso hacer historias a lo “oriental” sin informarse adecuadamente y el trabajo termina siendo una visión bastante artificiosa y folclorista de cómo son las culturas orientales. Sin embargo, y para mi sorpresa, en Las flores del cerezo Dörrie nos brinda una visión bastante realista del país nipon. Por un lado, está la parte mágico-mística de Japón (que es la que a todo el mundo gusta) con bellas fotos del monte Fuji y las flores de cerezo, que en la película funcionan como la representación de la belleza y fugacidad de las cosas, pero también de su permanencia a un nivel espiritual. Por el otro, tenemos tomas de la enorme, moderna y caótica Tokyo, con grandes aglomeraciones extendiéndose por doquier, barrios bajos, bares, tiendas, y una vida bastante ajetreada. 


Un elemento muy importante en la película es la danza butoh, creada a finales de la segunda guerra mundial y como respuesta a la devastación que había dejado ésta. En la película, Trudi practicaba butoh y dicha danza aparece en muchas escenas del film y es mencionada en tantas otras.
Yo entendí que la danza butoh, dentro de la historia, era como una representación de la relación entre vida y muerte, y en ocasiones, la evocación de la muerte misma, aunque puede interpretarse de varias maneras.

Resumiendo, la película es una bonita reflexión sobre la pérdida de alguien especial, nuestra propia mortalidad y el ciclo de la vida misma, por tanto, la recomiendo ampliamente.

Para finalizar dejaré unos enlaces (una reseña y un análisis) hechas por gente que sabe mucho más que yo del tema.

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